Miradores del Tesoro
Alcanzar el final del Siq y vislumbrar cómo la fachada del Tesoro se va revelando ante tus ojos es algo que jamás olvidarás. Ningún viajero debería perdérselo y ninguna razón hay para hacerlo, pues hasta ahí todo habrá sido un agradable paseo sin absolutamente ninguna dificultad, al alcance de cualquiera.
La fachada del tesoro está esculpida en una de las paredes del primer ensanche al final del desfiladero y, por tanto, en una plaza enmarcada entre farallones verticales en apariencia inaccesibles. En apariencia.
Dos miradores
permiten disfrutar de una visión elevada de la fachada desde la pared que se
encuentra justo frente a ella, a la derecha según se sale del Siq. Ambos,
aunque accesibles, ya no son para todos los públicos y merecen una explicación
algo más detallada.
Primer mirador del Tesoro
Se encuentra enfrente mismo, a media altura de la pared rocosa. Te lleva aproximadamente hasta la misma altura que tiene la fachada del Tesoro y se asciende por un terraplén rocoso que encontrarás al fondo de la plaza. De nuestra familia, sólo Raúl ascendió porque el día se presentaba intenso y los demás preferimos reservar fuerzas y evitar la posibilidad de una torcedura inoportuna. En las fotos podéis verle saludando en el mirador y la foto que nos tomó desde allí.
Cuando llegó a la plataforma del mirador los beduinos que la ocupaban le pidieron alguna propina, pero como él no llevaba dinero le dejaron pasar igualmente (tal vez porque esa "mordidita" no parece muy legal).
Respecto a la dificultad... bueno, con 17 años y un estado de forma excelente, todo parece fácil. Raúl no describió ningún obstáculo insalvable para alguien en condición física normal, pero sí reconoció, por ponerme a mí mismo de ejemplo, que para mí sería acercarme al límite de lo aconsejable (os recuerdo: 53 años, 95 kilos y muy lejos de mi mejor tono muscular).
En cualquier
caso, como no te desvía del recorrido puedes intentarlo y si ves que se
complica en exceso, retroceder. Puedes tener una vista muy bonita y una foto
fantástica, sobre todo si no vas a realizar la excursión del Mirador Principal
del Tesoro, que es el objetivo real de este artículo. Palabras mayores.
Mirador principal del Tesoro (Khobtha Mountain)
La excursión al Mirador del Tesoro la hicimos el primer día por la mañana. Habíamos leído la importancia de llegar entre las 9 y las 11 para encontrar la mejor luz sobre la fachada y también ayuda a hacer el camino sin el sol en lo alto (aunque, recordad, en Jordania no hay decalaje horario; así que las 12h son las 12 solares).
Hacemos nuestra esa recomendación y también por ambos motivos: la subida es dura y el sol del que has estado guarecido durante el trayecto es el que te proporcionará una imagen del Tesoro realmente espectacular.
Si lo miras desde el punto de vista más racional, se trata de una inversión absurda: unas cuatro horas entre ir y volver para cubrir una distancia de 80 metros en línea recta. Por suerte, esto de conocer mundo no va de racionalidad.
Disfrutad del camino
El objetivo es llegar antes de las 11h por el tema de la luz. A nosotros la ascensión nos llevó unos 90 minutos con todas las paradas del mundo para: tomar aire (importante), tomar agua (imprescindible) y tomar mil fotos (nuestro vicio, que en Petra alcanzó niveles casi obscenos).
En serio, desfrutad el camino porque es hermoso y no permitáis que la ansiedad por alcanzar el destino os prive de un lugar tan increíble.
Nuestra hora y media debéis contarla desde las Tumbas Reales, donde llegábamos a las 9h después de haber disfrutado ya del Siq y del Tesoro porque entramos en Petra poco después de las 6h. Para iniciar la ascensión debes pasar de largo las fachadas y enseguida se abrirá a tu derecha un angosto desfiladero en el que se ven (o intuyen, no recuerdo bien) los primeros escalones. A simple vista te darás cuenta de que vas a ascender en vertical la parte trasera de las Tumbas Reales.
Si encuentras indicaciones, pueden referirse a Khobtha mountain; es lo mismo. La ascensión es cómoda, buen camino, escaleras en perfecto estado. Sólo cuando alcanzas la parte alta abandonas las paredes del desfiladero para que Petra se abra ante ti en una explanada inmensa que en su día fue el auténtico centro de la ciudad, fácilmente imaginable como un enjambre de jaimas.
Tienes varios puntos en los que disfrutar de esas vistas, pero el más espectacular lo reconocerás enseguida por la jaima que hay instalada casi en el vacío. Cuando te asomas tienes a tus pies el Teatro, y los puntitos oscuros que se mueven son los visitantes que pasan por donde tú estabas una horita atrás.
El vértigo no se
cura en Petra, pero la hermosura del lugar te empuja a llegar a algunos sitios
de esos de "¿yo ahí? ¡Ni loco!". Mercè tiene bastante vértigo y en todos
nuestros viajes rehúye las ubicaciones un poco extremas; pues bien, en esta
excursión se ubicó en lugares impensables para ella como este mirador.
Un momento de duda
Hasta aquí, no existe riesgo de perder la senda, pero un poco más adelante hubo un momento de duda que intentaré evitaros. Al poco de dejar el mirador atrás, llegas a una segunda planicie rocosa sin indicaciones cuando fuimos nosotros salvo una flecha mal pintada en el suelo. La salida de esa planicie son unos escalones labrados en la parte de la izquierda, la opuesta a la caída hacia el Teatro y la ciudad. Son sólo 5 o 6 peldaños pero cuidado con ellos que son traicioneros. Cuando los has bajado te asalta la gran duda ¿de frente o hacia abajo por la derecha?
Pues sí, después de tanto subir toca ahora bajar por la ancha torrentera que se abre a tu derecha y en la que no hay un camino claro. Nosotros coincidimos con una pareja francesa que optó por seguir recto; es posible que también por allí puedas ver rincones maravillosos pero, desde luego, no llegas al mirador sobre el Tesoro (de hecho, mucho rato después apareció uno de ellos pero sin la pareja, que probablemente sucumbió al desespero).
Ese descenso por la torrentera es el tramo más
delicado de todo el recorrido por la pendiente con tierra y piedra suelta, pero
nada complejo, de verdad. Por si os ayuda, pensad que estáis ya muy cerca, a
pocos minutos de vuestro destino.
Y sí, valió la pena el esfuerzo
"The most beautiful view in the World" ("La vista más hermosa del mundo") reza el cartel que los beduinos han instalado a la entrada de la jaima. Bueno, el mundo es muy grande y está lleno de vistas hermosas, pero estamos de acuerdo en que ésta, sin duda, entra en el Top y justifica en un instante toda la ascensión realizada.
El final de la jaima es un escalón de piedra que te deja colgando sobre el Tesoro. Si tienes vértigo lo pasarás mal porque la caída es vertical, pero las ganas de sentarte en esa piedra te empujarán a hacerlo para pedirle a alguien que te haga una foto.
Como fotógrafos, somos normalmente más dados al lugar que al retrato y aunque no renunciamos a ellas, estamos bastante lejos del coleccionismo de selfies. Jordania, sin embargo, nos ha dejado un sinfín de retratos únicos, cautivadores; si me permitís, irrenunciables. Y sobre todos ellos, éste.
Para ser precisos, aún quedan otro par de rocas más extremas a las que te puedes asomar, bien descolgándote directamente o bien pidiendo a los beduinos que te dejen descender por una pasarela que han construido con materiales de desecho. ¡No sé deciros qué es más peligroso!
Ni Mercè ni yo
llegamos hasta el extremo del extremo... ¡pero nuestros hijos sí! Para nosotros,
una angustia sin límite; para ellos, la foto más salvaje.












